Un fin de semana cualquiera de noviembre da gusto reconocer a un maestro, Cruz Novillo, en una deliciosa exposición de una recóndita galería (Di-lab), de un pueblo aún más recóndito de Valladolid (Urueña). La exposición es el fruto de la reflexión y la minuciosidad de una mente provilegiada que transita entre el arte y el diseño con asombrosa brillantez. Una reinterpretación de una obra suya de hace 50 años, ha llevado al autor a una serie casi infinita (trillones de posibilidades) que aleatoriamente se concreta en 85 propuestas más unas pocas versiones por parte de otros autores, siempre creadas a partir del sistema ideado por Pepe Cruz Novillo. Entre tanta ocurrencia y falta de contenido en gran parte del arte contemporáneo, da gusto reconocer genio, rigor y argumentación.
Si además Myriam Anlló, la sensible galerista que nos recibe en su casa, nos ofrece el privilegio de compartir visita con otros maestros como Rafa Celda, Joaquín Gallego o Roberto Turégano…
Gracias ¡no se puede pedir más!